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La C.S.P. se propone elevar humanamente y animar de espíritu evangélico la vida y las actividades sociales e individuales. Sus miembros, atentos a las necesidades y a las exigencias de sus contemporáneos, actúan comunitaria e individualmente, con espíritu de novedad y servicio, según el ejemplo de San Pablo que se hizo todo para todos.
La espiritualidad
La espiritualidad de la Compañía proviene de la enseñanza y de la vida del apóstol de las gentes y, fiel a la intuición originaria, está animada por la plena disponibilidad a la voluntad de Dios interpretada a través de los signos de los tiempos a la luz del Evangelio.
Los misterios de la vida de Cristo y de su místico cuerpo que es la Iglesia, el sentido de una total pertenencia a Dios según la expresión paulina “mi vida es Cristo”, la ardiente tensión apostólica según la expresión “el amor de Cristo nos apremia” son los fundamentos de la espiritualidad paulina.
La formación paulina supone y desarrolla las siguientes características:
a) una aptitud fundamental para el estudio y la meditación de la Sagrada
Escritura, en particular del Apóstol Pablo;
b) una sólida formación ascética y litúrgica y una adecuada educación
en la auténtica libertad de espíritu;
c) una profunda comprensión de los valores sobrenaturales y del Magisterio
de la Iglesia, la exigencia de una vida teologal plena para
realizar la propia consagración en el mundo;
d) una amplia apertura a los valores humanos, sociales y eclesiales,
y a los problemas contemporáneos;
e) el conocimiento y la aceptación de sí mismos, de los propios talentos
y de las propias limitaciones, para vivir de modo responsable
y autónomo, aprender a comunicarse con los demás y crecer
y hacer crecer en la relación con la comunidad;
f) una conciencia gradual de las propias específicas funciones en la
relación comunitaria como servicio a los hermanos en humildad
y caridad.